Laura Vegas en PechaKucha Night Valladolid vol.10
El acceso de toda la población mundial a fuentes de energía seguras, limpias y sostenibles es el séptimo de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenibles, firmados en septiembre de 2015 por más de 150 líderes mundiales, y con entrada en vigor el 1 de enero de 2016, en el marco de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Este objetivo séptimo pretende: i) un acceso universal a servicios de energía modernos; ii) doblar el ratio global de eficiencia energética; iii) aumentar sustancialmente el porcentaje de energía renovable en el mix energético global.
Las metas planteadas no son nuevas, en 2011 la iniciativa «Energía Sostenible para Todos», lanzada por Ban Ki-moon, hacía hincapié en la necesidad de un acceso a servicios de energía modernos en todos los países del mundo. Desde hace más de 10 años el asunto de la energía ha ido cobrando importancia entre las organizaciones e instituciones preocupadas por mejorar la calidad de vida en los países con menores índices de desarrollo, particularmente en África Subsahariana, donde la falta de luz dificulta el trabajo en escuelas, hospitales y negocios.
Así, la agenda internacional se ha ido llenando de compromisos en esta línea, como el Partenariado en Energía entre la Unión Africana y la Unión Europea (2007), la citada «Energía Sostenible para Todos» (2011), los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015), la inclusión de Energía como uno de los cinco pilares de actuación del Banco Africano de Desarrollo (2016) y numerosas iniciativas y fondos públicos y privados de agencias, gobiernos, instituciones, organizaciones, fundaciones, etc.
La biomasa sólida (leña) es la fuente de energía más utilizada en África Subsahariana (70% del consumo de energía en usos finales, según la Agencia Internacional de la Energía, dato de 2014). Los problemas que se generan en su utilización son: el uso ineficiente de los recursos por una combustión incompleta; problemas respiratorios por la inhalación de humos; quemaduras; largos tiempos e inseguridad en la recogida de la leña, especialmente en zonas áridas y semiáridas; deforestación.
Para mejorar esta situación se ha planteado el uso de tecnologías como las cocinas mejoradas o la producción de biogás. La biomasa y los biocombustibles también son parte de las alternativas que se proponen para generar combustible líquido para motores y como fuente de producción de electricidad, en ocasiones en sistemas mixtos o híbridos con solar, eólica, hidráulica o combustibles fósiles que compensan la variabilidad.
Para que estas tecnologías aporten soluciones y mejoras reales, esta utilización de biomasa y biocombustibles debe tener en cuenta criterios de sostenibilidad social, medioambiental y económica, y no debe entrar en conflicto con la producción de alimentos o con los usos de la tierra tradicionales de las comunidades locales. La educación es un factor clave para conseguir un uso racional y sostenible de la energía en el mundo.